22 ene 2014

Estado Latente de Inconsciencia - Segunda Parte

¿Qué prueba obtengo de que realmente estoy aquí? ¿Mi pulso? ¿Los sabores que se esparcen en mi boca dos o tres veces al día? ¿Recuerdos torcidos de un pasado que quizás es solo imágen, espejismo miope y mudo de momentos recortados? A decir verdad nada de eso es importante, las complicadas obligaciones que durante siglos inventamos para tener un pretexto que nos haga aferrarnos a todo lo que no entendemos, que al final de cuenta no sabemos con certeza si es real o si tan solo es un holograma de nuestra imaginación que pierde nitidez con los años. A decir verdad eso no resuelve el problema, tampoco lo complica, solo es una gran distracción que nos consume lentamente, separándonos de nosotros mismos, sepultándonos con logros huecos y sin sentido, pues ¿qué es el éxito?, ¿para qué sirve? No prueba absolutamente nada, todo aquel que usa el éxito para probar su existencia es incluso más vacío y patético que el pobre iluso que deja escapar sus días a cambio de recibir una vida soñada de la que se sabe incluso menos que de esta presente, francamente es una colosal y sacrílega estupidez. Para ser honesto, me cansé de ver la silueta negra que emana de mi ser. Más que un reflejo o huella de mi contorno, es un estorboso holograma qu se proyecta fuera de lugar. Me hace sentir como un chueco recorte que roba el significado de una página trivial. Una mancha que empaña permanentemente un lienzo impecable. No me prueba nada, solo confunde más el acertijo de mi alma que se esconde en los complicados pliegues de esta piel que en vez de cubrir, debe ser cubierta ¡Cómo aborrezco este maldito harapo orgánico! Humillación congénita, que solo me será extirpada al morir. Es por eso que intentaré algo nuevo. Un experimento. Procuraré la compañía de otros que al igual que yo buscan probar que son más reales que las sensaciones que reciben, talvez conozca a alguien con preguntas similares a las mías y podamos debatir o en su defecto olvidar nuestra tarea, nuestras congojas y fugarnos de esta aburrida cátedra. Perdernos uno dentro de otro, condensarnos al punto de no saber quien es quien, destruir todos los límites que nos separan, por un breve instante que sea líquido, sólido, pegajoso y salvaje. A lo mejor ese ambiguo peligro nos pueda liberar del purgatorio donde fuimos colocados para entretener a algún dios depravado cuya existencia fuera incluso más patética que la nuestra... no quiero ni imaginar ese escenario completo, me repugna la posibilidad y aún así no puedo descartarla por completo. ¿Será que me prestarás tus ojos? Quisiera ver mi imagen, reflejada en un espejo viviente que me ayude a darle una luz distinta a mi vacía identidad. Prometo que te dejaré hacer lo mismo con tu imágen, talvez aprendamos algo nuevo si lo intentamos. Tal vez si cada uno se olvida de su propia interrogante y enfoca su curiosidad en el otro consigamos encontrar lo que buscamos, una prueba, simple evidencia de alguien o algo real que nos devuelva la libertad que nunca tuvimos.