4 abr 2015

Resaca

Cuando era jóven pensaba que lo correcto era ignorar las palpitaciones del alma.

Fingir que no podía oír el llamado de mis sentidos. Inmune a los menesteres de la naturaleza.

¡Vaya farsa!

La única cosa verdadera sobre mí son los tragos diluidos, los murmullos incoherentes, la mirada dispersa y el silencio insulso que me ensordece.

Me he mentido demasiado, ¿sabes?
Me he mentido tanto que ya he olvidado cómo decirte la verdad.

Mis manos me delatan.
Resbalosas. Falsas.
Inmundas.

El mundo gira indiferentemente a mi alrededor.  Tétrico.

Vetusto.

Imparable.

Sin Mí. Sin nosotros.
Sin ellos. Eterno.

Imperturbable.

Mientras yo sigo aquí.

¿Cómo diablos llegué aquí?