Cuando el momento sea propicio, volverás por mí. Algún día. No sé bien cuándo. Solamente lo sé, y temo talvez no llegar a ver ese día en este calendario. Ni en esta historia.
Cuando hayan pasado las suficientes vidas y hayas tomado alguna nueva forma. Cuando nos volvamos a conocer. Por primera vez.
Cuando ya no podamos reconocernos y todo eso que creemos recordar se vuelva un mal sueño. Abstracto y borroso, como un prolijo espejismo al cual nos aferramos con prejuicio infantil.
Cuando hagamos a un lado los animales de felpa y los juegos.
Cuando yo deje de ser niño y aprenda a hablar.
Cuando las caminatas nos hagan volver a donde queremos ir.
Cuando las tardes se acorten y no tenga que abandonarte.
Cuando las palabras puedan matar el silencio, y los poetas comprendan lo que predican, ella me devolverá el reloj.