13 abr 2014

Soy un estúpido.

¡No! En realidad, soy un gran estúpido.

Pensándolo bien, creo que soy el rey de los estúpidos.

El estúpido supremo.

¡No! En realidad, soy el Dios de los estúpidos.

¿Porqué uso tan dura descripción sobre mí mismo?

Te preguntas, ¿Porqué reclamo tales epitetos como adjetivos propios?

Es muy simple.

No quise seguir la dirección que la naturaleza me ha venido señalando.

Pasado el tiempo quise conducir a la naturaleza en mi dirección.

Ahora que lo entiendes, recuérdamelo.

De vez en cuando.
Siempre que haga falta.
Para que no se me olvide.