25 feb 2014

¿Quien me ha robado la noche del Lunes?
 La tenía oculta en un rincón secretamente obvio de mi agenda.

¿Quien me ha robado la madrugada del Domingo?
La tenía cociendose a fuego lento esperando que alcanza su sabor ideal.

¿Quien me ha robado la tarde del Sábado?
La tenía como un pequeño apunte blasfemo al margen de un evangelio obsoleto.

¿Quien me ha robado la mañana del Viernes? La tenía impresa en mi memoria, esperando la sonora
señal del reloj de la vieja iglesia abandona del pueblo minúsculo que me vio crecer y que deseo olvidar.

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