Bienvenido. Aférrese de algún trago de su agrado mientras sus ojos indiscretos palpan las indecorosas paredes de este nicho bohemio. Déjese arrastrar por los torrentes e ignore los restos dispersos de sobriedad que flotan aquí o allí. A esta hora las pirañas duermen.
A veces cuando duermo siento el aliento cálido del infierno susurrando mi nombre.
Y confieso que por momentos se me hace difícil ignorar su llamada.
Confieso que se me hace difícil responder ese llamado.
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