3 feb 2014

Un movimiento tan sencillo como extender mis manos en la profundidad de mis bolsillos puede significar más que todas las eternidades que he pasado a su lado. Con la ayuda de fósforos y diminutos pergaminos mi aliento se vuelve como una chimenea que abriga mi corazón resguardándolo de la fría multitud que trascurre a mi alrededor. Indiferente. Un pequeño movimiento que me ayuda a proteger mis sentidos de la despiadada brisa que me interroga. Susurrando cínicamente a mis oídos, manipulando mi piel, obligándome a ver en cámara lenta los espejismos pasados que se proyectan al reverso de mis párpados. Espejismos obsoletos que reemplazo con sueños actualizados. Cotidianos y vacíos. Sin tu imágen. Delirios concretos que me guían a un oasis seco y desolado llamado futuro...

No hay comentarios:

Publicar un comentario